El consumo de drogas esta establecido en la actualidad como un fenómeno social que afecta especialmente a los jóvenes, por su incidencia y las graves consecuencias que este trae consigo para la salud, está considerado como un problema social. Los adolescentes son unos de los grupos más vulnerables ante el consumo de estupefacientes, por ende, dada la alta demanda que tienen las drogas hace que hoy en día sea común el tema y es por eso que los adolescentes tienen que aprender a convivir con las sustancias, tomando decisiones sobre consumir o abstenerse. La oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito recalca la importancia de dar a conocer y comprender por qué este sector es el más propenso al consumo, al igual que los graves riesgos que este trae consigo.
Hay varios factores que elevan el riesgo de consumo en los adolescentes. El proceso de socialización con la familia, los amigos, instituciones, entre otros son de gran importancia para que los jóvenes tengan un ambiente sano. Entre los factores que aumentan el riesgo de consumo se encuentran la fácil accesibilidad que tienen a diferentes sustancias, además de los problemas familiares, trastornos psicológicos, etapa de desarrollo físico, emocional, psicológico y sociológico. Los cambios físicos y hormonales que viven los jóvenes generan en ellos un sentimiento de invulnerabilidad y fortaleza, esto los lleva a tener conductas y prácticas como el consumo; la adolescencia es una etapa de constantes cambios y aprendizajes, puede despertar la curiosidad y el deseo de experimentar o imitar lo que hacen los demás, estar bajo los efectos de las drogas; y el afán a veces de sentirse independientes, lo que les trae una necesidad de alejarse de el entorno familiar para fortalecer relaciones con personas de su edad.
Las sustancias no aportan nada bueno para quienes las consumen, traen consigo consecuencias perjudiciales para la salud física y psíquica; aunque al encontrarse en una etapa de desarrollo y de formación del hombre adulto, las consecuencias son más graves en los adolescentes. Unas de ellas son, daños en el aparato respiratorio, bronquitis, enfisemas pulmonares, entre otros; daños cardiovasculares, como hipotensión, taquicardia, hipertensión, hemorragias cerebrales, arritmia; daños cerebrales, alteraciones neuropsiquiátricas, neurotoxicidad, riesgo de infarto cerebral, etcétera; daños psicológicos, trastornos de la memoria, la concentración y el aprendizaje, trastornos psicomotores, reacciones de ansiedad y de pánico, aumento de la depresión, desarrollo de esquizofrenia, brotes psicóticos, entre otros; y otros daños en el organismo como problemas dentales, perdida del olfato, sinusitis, perforación del tabique nasal, insomnio, convulsiones, insuficiencia renal, etcétera.